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La cena de los leones en el Desierto del Kalahari

Fueron muchas las advertencias respecto al tema de los animales salvajes. Con el entusiasmo por comenzar la travesía y sin advertir el verdadero peligro, algunos de los participantes tomaron a la ligera dichos consejos y los más confianzudos contestaron: "no pasa nada, bolu..."



Antes de comenzar la travesía estuvimos conversando con los guías sobre las diferencias existentes entre aquellos animales salvajes que habitan en los parques nacionales como el Kruger, acostumbrados a ver vehículos y personas, y aquellos que se trasladan libremente por los territorios africanos.

Recibimos todo tipo de consejos y los mismos se los trasladamos a los participantes la noche previa a la partida...


El sorprendente cruce del Kalahari


Cruzamos el Kalahari donde pudimos apreciar gran variedad de animales incluidos los Leones y Cheetah, pero a distancia, sin riesgos y por supuesto haciéndose rogar! Luego del Kalahari bordeamos el Delta del Okavango al cual no pudimos ingresar porque estaba bajo agua. Saliendo del Okavango hacia el Chobe National Park circulamos por terrenos con barro y vegetación más compacta con algunas dificultades que fueron demorando a la caravana. Como era riesgoso continuar por esos senderos de noche, nos vimos obligados a detenernos antes de la bajada del sol en un sector no demasiado óptimo para acampar.


Otti, nuestro guía, se dirigió rápidamente a charlar conmigo y con Juan, el piloto a cargo de esta caravana. Nos advirtió de la situación que enfrentaríamos en breve ya que esa zona era muy transitada por leones y hienas y al anochecer probablemente estaríamos rodeados por ellos. Solicitó que juntáramos todas las mesas alrededor de un gran fuego para formar una unidad grande y compacta para la visual de los felinos, pero fundamentalmente, pidió que nadie se separase de los vehículos ni del campamento.



Inmediatamente transmití estas instrucciones y aprovechando la última luz del día, todos comenzaron a prepararse y a realizar diferentes tareas entre las cuales había que juntar grandes troncos para la fogata nocturna. Alberto Buj, que estaba colaborando en esto, cargado de leña enganchó su pie en la enredada vegetación y cayó quebrando su brazo. Fue un momento difícil pero con la suerte a favor ya que no llegó a ser fractura expuesta. Gracias a Liliana Grau, la doctora del grupo, en minutos Alberto estaba estable, enseyado y con un medicamento eficaz para sobrellevar la situación.


Ojos colorados, ojos amarillos...


Se aproximaba la noche y también la cena. Yo necesitaba una buena ducha después de un día agitado, y le pedí a Quique que me acompañara a una de las "carpas ducha" que estaba instalada a escasos 5 metros de los vehículos, y por supuesto que no olvide la linterna!

Entre las tantas instrucciones que recibimos de Otti, recordaba una en especial: "si ves ojos colorados, son hienas; si ves ojos amarillos, agarrate...son leones".

Mientras yo me bañaba, Quique permanecía parado fuera de la carpa iluminando con mi linterna la vegetación que nos rodeaba..."mejor prevenir que curar"...De pronto unos ruidos llamaron la atención de ambos, claro que yo no podía divisar nada...pero Quique me iba relatando todo, no se que era mejor... Comenzó a decirme que parte de la maleza había empezado a moverse lo cual hizo que me invadiera un gran...calor...Realmente me sentí vulnerable, con la antigua y famosa sensación de ser presa. En un grandísimo acto de valentía volvió a iluminar la maleza, pero esta vez, yo podía sentír en su voz desesperación y nerviosismo. Vió unos ojos amarillos a unos 4 ó 5 metros de distancia. ¿Recuerdan lo dicho por Otti!? En ese momento Quique abrío la ducha y me sacó del brazo como estaba, empapada y en bikini, y comenzamos a correr los casi 5 metros que nos separaban del campamento. Llegué y advertí a los guías y a los que estaban cerca de la presencia de un león. Otti asintió y agregó que seguramente había varios más. En ese preciso momento, entre risas, escuché: "dejate de joder y larga el tinto!"


No tan en vano traté de convencerlos. Algunos iluminaron hacia la oscuridad y no vieron nada…Continuaron cenando, charlando y escuchando música…Empezaba a pensar que realmente había sido el tinto hasta que llegó el macho de la manada y pegó un rugido tan potente que más de uno saltó de la silla y velozmente trepo al vehículo. Inmediatamente, todas las leonas que estaban echadas y ocultas, para nosotros, en la maleza y muy cerca de nuestras mesas, se levantaron como si estuvieran realizando una danza para la cena. 



No puedo explicar el gran "descontrol" que se produjo. Corrían por los reflectores, las cámaras y hasta se subían a los techos de los 4x4 para lograr verlos sin tenerlos demasiado cerca…una forma de decir!

Pero para los leones, dueños del territorio, parecía no importarles mucho nuestra presencia, continuaron rugiendo amenazantes durante toda la noche y uno de ellos creemos que comiendo a su presa chapoteaba delante de mi vehículo. Por supuesto que no faltaron las hienas que, sigilosas, robaban a la madrugada restos de comida alrededor del débil fogón.

No sabemos porque no atacaron, ya que según los guías, la forma en que se dispusieron alrededor del campamento era una posición de caza. No conoceremos la respuesta real. Algunos dicen que zafamos por la terrible música que escuchaba Ale Muralt a todo volumen y que los animales no se bancan!


Blondie Di Pelino

Coordinadora Viajes Internacionales

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